Creo que la gran debilidad que siento hoy por hoy por las personas mayores se debe a tantos bonitos recuerdos que tengo con y de ellos.
De pequeño no concebía vacaciones que no fuesen estar con ellos y es que solo así era el niño más feliz del mundo. Podía ser en la playa de Cullera o podía ser en un humilde barrio de Vallecas, donde por la tarde salía mi abuela a la puerta, cubo de agua en mano para refrescar el lugar donde se ponían de inmediato las hamacas para hacer el típico corrillo de vecinos.
MOMENTOS INOLVIDABLES...
El té con anís de mi abuelo a las 7:00 AM aunque después me fuese a la cama de nuevo, el paseo de dos horas con él por el parque o los pestiños que hacía mi abuela por barreños son recuerdos que jamás se pueden olvidar.
Mi abuelo me dio un único consejo en la vida y es algo que jamás olvidaré.
"HIJO, EN LA VIDA LO ÚNICO QUE TIENES QUE SER ES BUENA PERSONA"
Desde que somos niños basamos nuestro proyecto de vida en ilusiones, en qué nos gustaría ser de mayores. Esas ilusiones son las que nos hacen crear nuestras metas y nuestros sueños. A veces se junta el poder de la ilusión con la dedicación y el trabajo duro y nace el cumplimiento de los sueños.
Algunas veces escuché eso de "Ten cuidado lo que sueñas, que se puede cumplir".
Años atrás me ilusionaba hacer lo que ahora hago, lo que me está llevando a cumplir metas y a estar muy cerca de cumplir mis sueños.
Eres un profesional cuando haces un buen trabajo, pero cuando te apasiona lo que haces, los resultados son completamente diferentes. Ya no es solo un buen trabajo, si no que es algo que además de estar perfectamente presentado está aderezado con la pasión y el cariño que tienes por lo que haces.
Puede que haya trabajos mejor pagados, de hecho los he tenido, pero ninguno de ellos me ha hecho tan feliz como este. Ninguno me hizo sentir el cosquilleo por el cuerpo que siento cuando entrego un trabajo y eso no es pagable con dinero…